martes, 8 de marzo de 2016

La solución final

Llamadme radical, pero tengo la solución a las desigualdades en el mundo: eliminar las fronteras. Sin fronteras todos los seres humanos tendrán libertad de tránsito, se masificarán aquellos países que viven en la riqueza y se vaciarán aquellos que están en guerra, los que viven conflictos armados por el control de recursos naturales, los que sufren sequías y hambrunas constantes. Cuando todo colapse, porque colapsará, la sociedad del planeta tomará consciencia del problema, hará visible la pobreza lejana, se convivirá por fuerza con los mutilados por las guerras, con los niños-soldado, con los esclavos y esclavas de este sistema global, con los enfermos de enfermedades contagiosas que sólo cura el dinero. Podremos comprobar como nuestro sistema político-económico es a todas luces inviable, porque la riqueza y la pobreza se mezclarán irremediablemente, haciendo visible y palpable realidades invisibles de países lejanos. Exigiremos a nuestros políticos el fin del capitalismo salvaje, el de las multinacionales depredadoras, las guerras preventivas por petróleo. Ningún país sería más rico que otro porque correría el riesgo de ser la residencia de todos los seres humanos de la Tierra. Ningún barrio sería más rico que otro. Nadie tiraría comida porque no habría comida suficiente para comer como comemos. Estaríamos obligados a compartir la riqueza y a diseñar un sistema económico más equitativo porque nadie quiere ser pobre, nadie quiere morir de hambre, nadie quiere vivir bajo las bombas de la guerra. Muchos por fin verán que la riqueza de unos es la pobreza de muchos, y que no hay paz social si no hay garantizado un mínimo razonable para sobrevivir con dignidad. O vivimos todos como humanos, o quizás deberíamos condenarnos al caos más autodestructivo cuanto antes.

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