En el paleolítico los dioses recibían tributos artísticos mediante el arte rupestre para propiciar la caza y se entretenían haciendo figuritas pornográficas de las de haberse comido tres mamuts.
En el neolítico comenzaron a adorar a dioses astrales, más relacionados con los ciclos de su medio de alimentación: agricultura y ganadería.
Luego llegó la mitología griega y romana, finos y belloteros y viceversa, para que me entendáis, que era algo así como un
culebrón de pseudociencia divulgativa para entretener y dar explicación a
diversas movidas terrenales.
En un momento dado se montó la de dios es cristo, nunca mejor
dicho, cuando crucificaron a un judío que era la leche humanísticamente
hablando pero que se metió en camisa de once varas. Al principio sus
seguidores fueron martirizados y tuvieron que esconderse pero luego se
fueron haciendo fuertes, montaron un chiringuito de la virgen y terminaron imponiendo, a sangre y fuego, literalmente, su dogma por toda
Europa, sumiendo al continente en una era de oscuridad e incultura .
Vinieron otros de Oriente con otra religión casi tan coercitiva como la
de aquí, que hacían virgerías geométricas por las paredes para mear y no echar gota, y como no se ponían de acuerdo para esclavizar al pueblo, pues entre unos y otros se pusieron finos a mandobles. Tras muchos siglos, los de antes reinvadieron a los nuevos y los echaron, junto con unos que siempre estuvieron ahí haciendo de inspectores de hacienda, pero que terminaron linchados por intrusismo laboral.
En el
siglo XVIII hubo intentos por imponer la razón pero los líderes
militares y religiosos hicieron todo lo posible por alargar la vida de
las estructuras feudales. En Francia se hicieron experimentos de separación de cabezas del cuerpo para ver si la sangre era azul de verdad.
En el XIX finalmente se impuso el
liberalismo, que no libertad, y se sustituyó la religión por la doctrina
capitalista. Ahora los nuevos privilegiados, además de la menguada
aristocracia y del clero superviviente, eran los alto-burgueses los que
se enriquecieron a costa hacer un I+D en el sistema esclavista de toda
la vida: un feudalismo 2.0 pero cambiando tornillos y alpargatas por coles y nabos.
En el XX se les fue de las manos lo de
las ideologías nacionalistas y terminamos montando una carnicería por todo el planeta, mandando a todos los desgraciados al frente a matarse en defensa
de algo que no recuerdo bien.
Ahora, en pleno siglo XXI, nuestra cueva se paga a plazos,
adoramos al dios tele y a la diosa glisofato, la gente se vuelve loca
con los gladiadores futboleros o con los actores del drama rosa. Defendemos el
imperio que nos esclaviza, seguimos crucificando al justo mientras salvamos al ladrón y la decadencia
actual alcanza cotas absurdas que augura una futura caída del imperio, quien sabe cuando, quien
sabe lo que vendrá después... si un Re-renacimiento, una nueva Edad Media, o una Edad de Piedra postnuclear.
¿A que es bonita la Historia?